Una vez propuestas las diferentes ideas para resolver el reto planteado, la guía educadora debe de explicar a la persona con la que interviene el proceso de evaluación de cada una de ellas, atendiendo a diferentes criterios: recursos necesarios, tiempo disponible, resolución real del reto, dificultad y valoración general. Estos criterios pueden ser sustituidos por otros en función de las necesidades detectadas.
Una vez que la persona con la que se interviene ha comprendido los criterios, se ofrece la posibilidad de utilizar en primer lugar Escalas analógicas en las que se coloque en cada uno de los extremos “muchos” y “pocos” (criterios de recursos, tiempo y dificultad), “sí” y “no” (criterio de resolución real del reto) y “me encanta” y “no me gusta” (criterio de valoración general). Cuando se hayan evaluado todas las ideas, la educadora transformaría las puntuaciones de las escalas a una escala numérica de 1-5, por lo que cada rúbrica sería evaluada con una puntuación máxima de 25 puntos.
Para poder elegir la idea que la persona va a desarrollar, se reflexionará sobre las puntuaciones finales de todas ellas, pudiendo seleccionar aquella que cuente con la puntuación más alta.